Imagino la escena del taller en que comienza a verse la posibilidad de «leer» (ver, tendría que decir) una pintura en otra, o una pintura con otra. Imagino eso mismo como una experiencia de revelación. Imagino luego la actividad del ensamblaje, el rompecabezas en que comienzan a calzar las obras como «encontradas piezas» de otras obras, mayores, impensadas cuando las primeras se pintaron…

Adriana Valdés, Sumas y contradicciones.

Dar rostro al nombre es un acto de profunda justicia. Los diferentes órganos que lo componen, así como también toda marca, huella o cicatriz que descanse en él son el contenido del continente vacío que es el nombre. El rostro, en este sentido, es la prueba irrefutable de la existencia histórica de alguien. Para Emmanuel Levinas “la revelación del tercero, ineluctable en el rostro, no se produce más que a través del rostro” (Levinas, 2016: 344), dar rostro, es entonces, respetar y hacerle justicia a su propio agenciamiento. Por su parte, el nombre de Francisco Zegers —a través de su editorial— está impreso en varias de las publicaciones más relevantes de la escena artística chilena de los 80, sin embargo, éste carece de una inscripción propia dentro de la historia del arte local. De manera paradójica, el quehacer artístico de Zegers, desarrollado subterráneamente a su trabajo editorial se erige, precisamente, sobre los misterios del rostro humano. Y esta dimensión no es solamente la hebra interpretativa que nos arroja su propuesta, sino que es también un gesto que hace del rostro, su propio rostro, una expresión de la justicia.

Del arte y el artista

En 1979 fueron exhibidas en Galería CAL las exposiciones Hotel Room-Santiago Chile de Juan Dávila y Objetos de Alfredo Jaar, esta última, la primera individual del artista. Para la oportunidad, la publicación de los respectivos catálogos estuvo a cargo de Mario Fonseca —titular de la agencia MFV Publicidad, quien a su vez patrocinó los eventos— en colaboración con Francisco Zegers (Madrid, 2006). Este hito inaugural, marcó el inicio de un intenso periodo de alrededor de 15 años, en el que las artes se vincularon estrechamente con la publicidad.

Además de los catálogos mencionados, a través de Editores Asociados[1], Fonseca publicó también Del espacio de acá (1980) de Ronald Kay, Anteparaíso (1982) de Raúl Zurita y La manzana de Adán[2] (1990) de Paz Errázuriz y Claudia Donoso, entre otros.  Zegers, por su parte, publicó bajo el sello editorial Francisco Zegers Editor títulos como Cuerpo Correccional (1980) de Nelly Richard, Desacato: sobre la obra de Lotty Rosenfeld (1986)[3] y El Padre Mío (1989) de Diamela Eltit, junto a otras 28 publicaciones.

La relación que Zegers estableció con las artes fue algo que trascendió toda su vida. Según su propio relato, durante su niñez, su padre: “compraba libros maravillosos con diapositivas de las colecciones de arte de los museos y los sábados en la tarde los veíamos y él me hablaba de los cuadros” (2018). Posteriormente, en su adolescencia, realizó cursos de pintura dictados por Carmen Silva, Rodolfo Opazo y Valentina Cruz. Artistas que años más tarde se vincularían con la escena surrealista local.

Ya durante los 80, Zegers fue parte activa de las ocurrencias de ciertos artistas emergentes del periodo. Junto a Leppe, Richard y Altamirano, Zegers fue también fundamental en el diseño y elaboración visual de Cuerpo Correccional. Al respecto, Richard señaló: “durante casi un año, nuestra vida en común giró en torno a la fantasía del libro que debía acompañar la grandiosa exposición que preparaba Carlos Leppe: ‘Sala de espera’” (2015). Así, desde esta perspectiva, su participación elude la exclusiva función de mecenas que la historiografía oficial le ha asignado.

La lista suma y sigue. Fue el propio Zegers quien en 1979 tonsuró la icónica estrella en la cabeza de Carlos Leppe para la Acción de la Estrella llevada a cabo en Galería CAL[4]. Así como también fue él quien montó la imagen de Nelly Richard sobre la fotografía de la cordillera de Los Andes tomada por Carlos Altamirano, para ser utilizada como portada del recordado N° 161 de la revista italiana Domus. Igualmente, no es sino una pintura de su propia autoría la que da imagen a la portada del libro —publicado por Francisco Zegers Editor— Cartografías del deseo (1989) de Félix Guattari.

"Acción de la estrella"- Carlos Leppe
Francisco Zegers hace la tonsura en para la “Acción de la estrella” de Carlos Leppe. Disponible en: http://carlosleppe.cl/1979-accion-de-la-estrella/  

En 1994, Francisco Zegers Editor publicó Pax Americana de Cristóbal Santa Cruz, con la cual cerraba 15 intensos años donde las publicaciones se sucedieron de manera ininterrumpida desde 1980. Solo retornaría al trabajo editorial, ya en la primera década de los 2000, con la publicación de los catálogos que acompañaron a sus propias exposiciones. Luego de un extenso periodo en el que Zegers fue el acompañante y quien dio soporte a otros artistas, en esta última etapa fue su propia obra la que cobró relevancia y sobre la cual enfocó su atención. De modo tal que la inmensa cantidad de pinturas que elaboró desde sus primeros años como editor comenzaron, finalmente, a encontrarse con la luz pública.

Derroteros visuales

La cantidad de artistas soterrados por la historia y que, con posterioridad, son descubiertos en su valor, es prácticamente un capítulo aparte dentro de la historia del arte. Sin embargo, la falta de interés a la que estuvo relegada la obra Zegers no deja de ser llamativa, considerando su activa participación en la escena cultural de los 80. No es, en consecuencia, un caso de desconocimiento, sino que de omisión. Según relata Mellado (2004), en un comienzo —dígase, hacia finales de los 70, antes de entrar completamente al mundo editorial y publicitario— Zegers ya pintaba, aunque vale consignar que estas obras iniciales eran más bien de carácter hiperrealista, muy distante de las dislocaciones plásticas y conceptuales que la escena artística local estaba próxima a realizar.

Aurotrato de Francisco Zegers. Registro fotográfico de Jorge Brantmayer de la exposición Francisco Zegers Artista/Editor (2013). Gentileza de D21 Proyectos de Arte. 

Durante los 80, ya inserto en las dinámicas de trabajo de los artistas que pertenecieron a la denominada Escena de Avanzada, Zegers reformuló completamente el lenguaje pictórico que venía desarrollando hasta el momento. Esto, no solamente gracias al contacto diario que tuvo con ellos, sino que también debido a las intensivas clases particulares que recibió de Eugenio Dittborn o como lo señala Mellado: el “servicio militar” de Dittborn (2004). Esto último, aludiendo a la obsesiva dedicación que el artista le dedicaba a su trabajo (Galende, 2007: 36).

La influencia dittborniana reformuló el lenguaje pictórico que Zegers había desarrollado hasta el momento, de modo que “lo que hizo Dittborn con Zegers fue hacerlo ‘pasar al acto de pintura’” (Mellado, 2004), que no es otra cosa que la puesta en crisis de la imagen que Dittborn, por su parte, supo condensar en Delachilenapintura, historia (Galende, 2007: 154). Y cuyos cimientos están asentados en su propia manera de proceder, descrita por Dittborn como un “modelo cardumen: asociación de partes de la misma especie, sin protagonismos, centro, ni dirección estable” (2021: 55). Modelo que, compositivamente, permeó profundamente los derroteros visuales por los que posteriormente transitó la búsqueda pictórica de Zegers.

Algunas de las piezas más relevantes realizadas por Zegers comenzaron a ser tímidamente develadas recién durante la década de los 2000, en diferentes exposiciones individuales. Junto a las referencias y enseñanzas previamente señaladas, que sustentaron su propuesta pictórica, en sus pinturas habitan sin inconvenientes retratos tanto figurativos como abstractos, realizados con diversas técnicas y materiales: óleo, carboncillo, lápices de colores o cera. Constantes exploraciones que dan cuenta de una búsqueda iniciada con anterioridad a la intensa década de los 80 y terminada de manera abrupta a causa de su repentino fallecimiento.

Las indagaciones a partir de su propio rostro son, en este sentido, el recurso dinamizante de su truncado proyecto pictórico. Al respecto, Mario Fonseca señaló: “muchos artistas hacen uno o dos autorretratos. Para él era un tema de trabajo, era un tema con proyección. Él no sabía que se iba a morir en un año más” (2013). Es decir, el corpus de obra legado por Zegers da cuenta de un proyecto que en su condición de inconcluso esconde el propio enigma de su sentido. Sin embargo, ello no impide que en sus procedimientos y tránsitos discursivos se encuentren —de manera velada o manifiesta— el trasfondo que motivó los derroteros por los cuales discurrió su propuesta.

Artista/Editor

Cinco fueron las exposiciones individuales que, en definitiva, Francisco alcanzó a realizar: Brisa de la mañana (2004), y señalada… (Galería Metropolitana y Animal, 2004), Fértil provincia (MAC de Valdivia, 2004), 36 sujetos (Sala Puntángeles de Valparaíso, 2005) y Frictrones (Galería Stuart, 2012). Tal como se indicó —y era de esperar—, los respectivos catálogos fueron realizados por Francisco Zegers Editor, saliendo del silencio editorial para consignar estas publicaciones que versaban sobre su propia obra. Asimismo, todas las exposiciones, desde distintos enfoques y diferentes énfasis, trataron sobre un asunto que ocupó la atención del artista durante toda su vida, a saber, el rostro humano.

Una caricatura de una persona

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Imagen del catálogo “Francisco Zegers Artista/Editor” (2013). Colaboración de Agustina Zegers, hija del artista. Gentileza de D21 Proyectos de Arte. 

Entre el 11 de octubre y el 14 de noviembre del 2013, un año después del abrupto fallecimiento de Francisco, tuvo lugar en Galería D21 la exposición titulada Francisco Zegers Artista/Editor, cuya curatoría estuvo a cargo de Mario Fonseca. La muestra, estructurada como un recorte del voluminoso trabajo artístico y editorial de Zegers, fue descrita por la prensa del momento como muestra conmemorativa, en función de la reciente partida del artista/editor[5]. Y, si bien algunas de las más relevantes publicaciones fueron expuestas en vitrinas, principalmente el énfasis estuvo puesto en su trabajo pictórico. Gesto inédito hasta entonces.

Para la oportunidad, la exposición contó con alrededor de 30 obras, así como también el retrato fotográfico que años antes Jorge Brantmayer hizo del artista, la única pieza visual cuya autoría no era del artista. Sobre la curatoría, esta tomó distancia de la exposición Pie de página, realizada el 2006 en el Museo de Artes Visuales, donde las publicaciones exhibidas de Francisco Zegers Editor y Editores Asociados  subsumieron todo el espesor significante de las escasas obras de Zegers expuestas. Disposición que de paso trae consigo que su “gesto [sea] convertido en política referencial” (Mellado, 2009: 119), domesticando toda potencia original al ser reducidos simplemente a objetos fetichizados.

En la exposición realizada en Galería D21, por su parte, el foco curatorial estuvo centrado exclusivamente en la obra pictórica del artista, recluyendo la reiterativa fórmula de consignar las publicaciones para validar al artista a pequeñas vitrinas que exhibían objetos puntuales. De esta forma, en la exposición se encontraron autorretratos realizados en diferentes periodos de su vida, con diferentes técnicas y estilos. Una retrospectiva que transitaba desde aquel hiperrealismo inicial, hasta composiciones abstractas elaboradas en su madurez. Todo esto a través de un desprejuiciado deambular entre la pintura y el dibujo.

Jorge Brantmayer, registro fotográfico de la exposición “Francisco Zegers Artista/Editor” (2013). Gentileza de D21 Proyectos de Arte.

Al ser consultado sobre las razones detrás del gesto curatorial, Fonseca manifestó la intención de “pagar deudas pendientes con todo lo que él hizo posible. Devolverle la mano en su trabajo artístico, concretamente con su persona” (2013). El catálogo que acompañó a la exposición, en consonancia con la línea curatorial que Fonseca intentó desarrollar, fue una publicación cargada de memorias de quienes trabajaron con Francisco Zegers. Miguel Norambuena, Eugenio Dittborn, Francisco Casas, Roberto Merino y Diamela Eltit fueron quienes escribieron para la oportunidad.

Dittborn señalaba “todos quienes te conocimos, riendo mientras trabajábamos y trabajando mientras nos reíamos, sabemos que, digan lo que digan, al irte ni te has ido ni te fuiste” (2013: 6). Es indudable el profundo agradecimiento de quienes trabajaron con Zegers en diferentes publicaciones artísticas, no obstante, las resonancias de estas palabras no terminan de deshacerse del sonido letánico que envuelve a las obras de un artista que lo fue antes, incluso que editor.

Frictronía o el tímido contacto de los cuerpos

Como parte del anverso de su anterior trabajo editorial, durante los años que Zegers expuso su obra, según Mellado, vino “con la pintura, a recomponer su identidad, como si tuviera que saldar una deuda, rehaciendo el trabajo manual” (2004). Y, aunque la factura de la carnación en sus obras no es para nada despreciable, tal como se ha esbozado previamente, en los pliegues de su experimentación el artista encontró otras formas del rostro a través de su propia descomposición y, de paso, hizo emerger de forma manifiesta las huellas dittbornianas impresas en su trabajo. En palabras del propio artista:

Buscaba otras alternativas porque lo figurativo me resultaba estrecho. Comencé decodificando el rostro, sacando un ojo, una oreja, experimentando en una dimensión subjetiva. Creo que influyó mucho en la muestra la lectura de comics y también la iconografía latinoamericana precolombina (2012).

La pintura de Zegers, de esta manera, despliega su sentido precisamente en el trabajo recompositivo que significa el ensamblaje forzoso de aquellos elementos que instintivamente se ubican en otros lugares. Al respecto, Eugenio Dittborn precisa: “las pinturas de Francisco Zegers son encaje y ensamble de partes y piezas. Se diría que por fuerza se encuentran y chocan, en algún instante que se nos escapa, para entrar vertiginosamente unas en otra” (2003: 119). Y es justamente en este sentido cómo el desarrollo narrativo interno de cada obra se exterioriza para establecer así la misma lógica de ensamblaje, pero esta vez a partir de la relación entre las diferentes piezas que componen el corpus de obra del artista. Es por esto que la simpleza expositiva que deja el respiro suficiente entre las obras, para revelar no solo sus significados internos sino también sus interconexiones, es donde radica el valor de la exposición Francisco Zegers Artista/Editor.

Imagen del catálogo Francisco Zegers Artista/Editor (2013).  Colaboración del artista Nicolás Franco. Gentileza de D21 Proyectos de Arte. 

La lógica escondida detrás de esta manera de operar cobró espesor toda vez que las propias visualidades de las obras, en su conjunto, dieron cuerpo a la idea que Zegers denominó frictrones y que, a su vez, daría el nombre a la exposición realizada en Galería Stuart a comienzos del 2012, la última realizada por el artista. Él mismo conceptualizó esta idea en los siguientes términos:

Los Frictrones son una búsqueda de humanidad en el mundo actual que aceleradamente se centra en la eficiencia de los procesos en desmedro de la experiencia del encuentro con el otro y la desvalorización de las emociones. Se inspira en la Fricción como gesto básico humano. Por otro lado, está la idea de los Fotones desarrollada por Planck (Alemania,1858-1947) que explican la física que transportan los campos electromagnéticos. Así, son fuente de interacción y poseen una fuerte carga imaginaria como partículas elementales (2012).

En consecuencia, la frictronía supone aquel tímido contacto de los cuerpos, en el que la presencia del otro llama al encuentro, pero que su propia inasibilidad lo repele. En otras palabras, la fricción atrae, los fotones develan la distancia. Levinas, pensando precisamente en los problemas que rodean al significado del rostro, ahondó en torno a este contacto distante, donde el (con)tacto entra en relación con el vacío de la misma manera en que lo haría el contacto visual, pero con diferentes resultados. En sus palabras:

En la medida en que el movimiento de la mano que toca atraviesa la ‘nada’ del espacio, el tacto se parece a la visión. La visión tiene, sin embargo, sobre el tacto el privilegio de mantener al objeto en este vacío y de recibirlo siempre partiendo de esa nada como partiendo de un origen; mientras que la nada, en el tacto se manifiesta al libre movimiento de palpar (2016: 210).

En esta etapa ulterior de su trabajo artístico, Zegers condensa —probablemente de manera involuntaria— bajo la idea de frictrones el procedimiento que guió la constante búsqueda de su lenguaje pictórico que, en última instancia, se manifiesta como parte constitutiva de la propia visualidad presente en sus obras, tejiéndose unas con otras como si de una red subterránea se tratara. Tal como indicara Adriana Valdés: “como si el presente en que cada una de las pinturas se creó hubiera dependido en cierta medida de un futuro que no podía saberse al pintarla; un futuro que se hizo patente en otra” (2003: 15). Así es como, finalmente, a modo de un enigmático rompecabezas, la obra artística de Francisco Zegers de manera impensada revela sutilmente su sentido.


[1] Editorial fundada por Mario Fonseca junto a Paulina Castro.
[2] Este último en colaboración con Zona Editorial.
[3] María Eugenia Brito, Diamela Eltit, Gonzalo Muñoz, Nelly Richard y Raúl Zurita.
[4] Archivo Carlos Leppe. “Acción de la estrella”. 2017. Disponible en: http://carlosleppe.cl/1979-accion-de-la-estrella/
[5] Lolas, Jazmín. (7 de octubre de 2013). “Exposición recuerda al editor y artista Francisco Zegers”. Las Últimas Noticias.


Bibliografía

Dittborn, Eugenio. (2003). “Al cuadrado” en catálogo Brisa de la mañana. Santiago de Chile: Franscisco Zegers Editor.
_______. (2013). Texto de catálogo Francisco Zegers Artista/Editor. Santiago de Chile: Galería D21.
_______. (2021). Escrito. Santiago de Chile: Ediciones UDP.
Fonseca, Mario. (21 de octubre de 2013). La obsesión por el autorretrato del artista y editor que publicó a la Escena de Avanzada de la pintura chilena. (Nota de prensa de Tatiana Oliveros). El Mostrador. Disponible en https://www.elmostrador.cl/cultura/2013/10/21/la-obsesion-por-el-autoretrato-del-artista-y-editor-que-publico-a-la-escena-de-vanguardia/
Galende, Federico. (2007). Filtraciones I. Santiago de Chile: Editorial Arcis.
Levinas, Emmanuel. (2016). Totalidad e infinito. Salamanca: Sígueme.
Madrid, Alberto (2006). “Pie de página” en catálogo Pie de página. Santiago de Chile: MAVI.
Mellado, Justo Pastor. (2004). Arte y política: Zegers, Dittborn. Disponible en http://www.justopastormellado.cl/niued/?p=206
_______. (2009). «La fragilidad de un mito administrativo» en Textos de Batalla. Santiago de Chile: Metales Pesados.
Richard, Nelly. (2015). Todo comenzó así…. Texto presentado en la mesa de conversación “Editorialidad, arte y memoria” realizada el sábado 13 de junio del 2015 en Galería Metropolitana.
Valdés, Adriana. (2003). “Sumas y contradicciones” en catálogo Brisa de la mañana. Santiago de Chile: Franscisco Zegers Editor.
Zegers, Francisco. (2012). Galería Stuart invita a la exposición “Frictrones” de Franscico Zegers. (Nota de prensa). Escaner Cultural. Disponible en  http://escaner.cl/revista/node/6124
_______. (19 de Julio de 2018). ¿A quién le importa Francisco Zegers? (Catalina Mena, entrevistadora). The Clinic. Disponible en https://www.theclinic.cl/2018/07/19/quien-le-importa-francisco-zegers/